¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor! Este mensaje encuentra un eco especial en estas circunstancias. “Dios entra de lleno en el juego desconcertante de nuestras vidas para liberarnos del mal”. Jesús resucitado había dicho a María Magdalena, María la de Santiago y Salomé: “Id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis” (Mc 16, 7). Él se hace presente anticipadamente en nuestra “Galilea” herida y lastimada por la pandemia del coronavirus. Cristo resucitado nos recuerda que la muerte ha sido vencida y que podemos celebrar la vida en medio de la incertidumbre, del dolor y del agobio.
Tal vez el desánimo y el cansancio pueden haber hecho presencia en nosotros, pero no por ello dejemos pasar este Domingo de Gloria sin proclamar el ¡Aleluia Pascual! a los que tengamos cerca de nosotros. Ahora más que nunca, Cristo resucitado fortalece nuestra esperanza como a los discípulos de Emaús para volver a nuestra “Jerusalén” donde la comunidad parroquial y la diocesana nos esperan siempre y allí comunitariamente escuchar la palabra de Dios, participar en la Eucaristía y compartir la propia existencia. No podemos quedarnos en sentimientos breves e intercambiables que no logran construir una historia de continuidad para la vida de la persona. Hemos de reconocernos amados y de ser capaces de amar. ¿Qué sentido tiene correr si vamos en una dirección equivocada?
Signos de esperanza los estamos viendo en hombres y mujeres que proveen a las necesidades de los demás, que están cercanos a los que sufren por cualquier causa, que consuelan con su palabra, que curan con su ciencia, derrochando esfuerzo y sin horarios, y que saben mirar de cara a la muerte, pensando que ésta no tiene la última palabra como nos lo acredita Cristo resucitado. ¿No es esto lo que han hecho y están haciendo el personal sanitario, o los capellanes de los hospitales, o los sacerdotes y diáconos en las parroquias, o los miembros de Vida Consagrada, o las familias, o el personal de Caritas, o los que tienen que tomar decisiones políticas, o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? Sigamos mirando con el corazón a los que viven y no olvidemos a los fallecidos. Sólo así se explica la disponibilidad de quienes en los distintos campos y compromisos renuncian a vivir para sí mismos y entregan la vida a los demás.
¡Caminemos hacia adelante y miremos hacia arriba! ¡Demos testimonio de que el cristianismo es una manera fascinante de vivir la propia existencia! ¡Soplemos las cenizas acumuladas sobre las brasas del Evangelio y seamos portadores del fuego de la caridad, dialogando siempre con quien espera! Ni la tristeza, ni la amargura, ni mucho menos la desesperanza tienen nada que ver con el Hijo de Dios vivo que disipa nuestras dudas. ¡No tengamos miedo! ¡Resucitó Cristo, nuestra esperanza! ¡No es vana nuestra fe!
Saludo con afecto a todos los diocesanos, a los hermanos de las Iglesias separadas, de otras religiones, a los hombres de buena voluntad y a los que se encuentran en el Centro Penitenciario. ¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor! ¡Que el Resucitado nos colme de bendiciones!
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela