El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, presidió en la catedral la Misa del Gallo, la tradicional Eucaristía de medianoche de Nochebuena. Con un templo repleto de fieles, monseñor Barrio felicitó la Navidad a todos los asistentes. En su homilía dijo que “el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre lo trastoca todo: los pobres son bienaventurados, los leprosos son curados, los ciegos ven, la vida brota en lo inesperado. “Sólo lo divino puede “salvar” al hombre, es decir, las dimensiones verdaderas y esenciales de la figura humana y de su destino”. El día 25, Natividad del Señor, el arzobispo también presidió la Eucaristía en la catedral. En la homilía comentó que “el viejo sueño de Dios era habitar y convivir entre los hombres. Lo vimos en el paraíso terrenal, durante la travesía del desierto a la tierra prometida y luego en el Templo de Jerusalén. Era el gran sueño de Dios. La Navidad es el cumplimiento de ese sueño: “El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).”