¿Qué es eso de la Resurrección?
Se termina el año litúrgico y antes de comenzar el Adviento que nos encamina directamente al encuentro del misterio de la Navidad, la Iglesia nos propone meditar en las verdades eternas. ¿Cuáles son? Pues ésas que a veces no nos gusta pensar pero que son de las pocas cosas que sabemos con seguridad de nuestra vida. La primera es que todos nos vamos a morir y la segunda es que vamos a resucitar. Seguro que dentro de nosotros ya han aparecido algunas dudas. Eso de la resurrección no es fácil de entender. Pues claro que no. Nadie ha dicho que lo sea. Tampoco es fácil entender el amor de una madre por su hijo deficiente mental y ahí está. Tampoco es fácil de entender que dos personas se comprometan a vivir juntas y, lo que es más importante y difícil, a amarse y a entregarse del todo la una a la otra hasta que la muerte les separe.
La resurrección es algo muy parecido a ese amor eterno que se prometen los que se casan. Lo que sucede es que el amor que se prometen los que se casan a veces no es en realidad eterno más que en la intención. Se termina, se acaba. A veces las personas no son capaces de mantener sus promesas. No se trata de pensar en quién es el culpable. La verdad es que somos muy limitados y a veces no podemos dar más de sí. La resurrección, en cambio, es la promesa de Dios. Y él sí que puede hacer esas promesas. Y mantenerlas. Y cumplirlas. Él nos ha prometido a nosotros, sus hijos, la vida eterna. Nos ha dicho que vamos a vivir para siempre. Porque no nos creó para la muerte sino para que vivamos y tengamos vida en abundancia.
¿En qué va a consistir la resurrección? Pues no sabemos con certeza. Pero vamos a confiar en Dios, nuestro Padre, porque todo lo que venga de él será bueno para nosotros. Y de él no puede venir más que la vida. Eso es lo que dice Jesús a los saduceos que le preguntan por ese complicado caso en el Evangelio: ¿Por qué tenemos que suponer que la vida eterna va a ser como ésta, así de limitada, así de pobre? ¿No es Dios un Dios de vivos? El que creó este mundo, ¿no será capaz de crear mil mundos distintos donde la vida se pueda desarrollar en plenitud, en una plenitud que nosotros, con nuestra mente limitada por las fronteras de este universo, no podemos ni siquiera imaginar? Una confianza así es la que manifestó la familia de que se nos habla en la primera lectura. No saben ni el cómo ni el cuándo ni el dónde, pero están seguros de que Dios los levantará de entre los muertos. Y de que hará buenas todas sus promesas. También nosotros creemos en él y estamos convencidos de que Dios hará eterna nuestra vida y eterno nuestro amor.