Catequesis de adultos
Decía Juan Pablo II que el gran desafío para la pastoral de la Iglesia “consiste frecuentemente no tanto en bautizar a los nuevos convertidos, sino en guiar a los bautizados a convertirse a Cristo y a su Evangelio”.
De ahí la importancia de la iniciación cristiana de adultos en el momento actual, algo, por otra parte, inherente a la parroquia, auténtica comunidad iniciática donde se nace, se vive y se transmite la fe. Muchas veces, los que nos llamamos cristianos, somos los que menos conocemos al que decimos seguir, que es Jesús, y somos los que menos conocemos la iglesia a la que decimos pertenecer que es la iglesia Católica.
La mayoría de los adultos que comienzan la catequesis lo toman muy en serio, comprometiéndose con Dios y la Iglesia. Muchísimas que no habían terminado su iniciación Cristiana solicitan el Sacramento de la Confirnacion al finalizar el curso.
Cuando una persona está interesada en visitar un lugar, lo primero que siente es la ilusión y la esperanza de poder visitarlo, luego prepara un viaje, establece un itinerario, compra lo que necesita, y se pone en marcha.
Pues así debe ser la vida de un cristiano; primero tener ilusión y esperanza en alcanzar la vida eterna y la salvación que nos dio Jesucristo. Después, nos preparamos con los sacramentos de la iniciación cristiana, mediante los cuales entramos a formar parte de la Iglesia. Y por último iniciamos el viaje, siguiendo un itinerario, que los cristianos tenemos bien definido en la Bienaventuranzas que nos enseñó Jesús, y siguiendo una vida de coherencia entre lo que decimos que somos y lo que vivimos en nuestros respectivos ambientes donde desarrollamos nuestra vida, para alcanzar esa meta de esperanza que es la salvación eterna.